Yánkuam’ Jintia y los brujos
Por Roberto Carrasco Rojas, OMI
¿Quién es Yánkuam’ Jintia? En lengua achuar significa “la estrella de la tarde que ilumina el camino”. Se trata de un misionero salesiano que llegó, primero al Ecuador en 1960 y luego se ubicó en el lado peruano en 1971, y con esa pasión por la misión en medio de nuevas culturas, se atrevió a recorrer territorios amazónicos entre ambas fronteras, con los pueblos que habitan allí. Ya lo hemos afirmado, y lo volvemos a afirmar: es sin lugar a duda, un misionero que ha recorrido el camino de la interculturalidad.
En su diario personal nos encontramos una historia que podrá ayudarnos en esta reflexión.
“Imposible entenderse con el brujo”, lo titula:
"Estos días hemos tenido casos interesantes por asunto de brujo. Llegó el Tsanimp del Makúm, con su hija de dos años atestada de bichos a las claras. Después de pedirme remedios, no me los deja dárselos, porque el brujo no ha dado aún su parecer. Le demuestro que son solo bichos, pues la chica ya está muy grave y esperar más era fatal. Después de suplicarle que le demos el remedio acepta, y efectivamente bota un montón de bichos, y me dice: “Si eran de verdad bichos” y ahora “me voy al brujo” ¿Para qué? Insisto que sería mejor una buena alimentación para superar el estado cadavérico… No hace caso, y se va igual al brujo. La niña a pesar de que es tarde se sintió mucho mejor, al cabo de dos días de brujo, la traen de nuevo tiesa y ya en las últimas. Parece que ya no hay motivo de nada, me pide que la bautice y “que se muera” me dice. Rezamos todos por ella, la bautizo e intento de nuevo con remedios… se niega porque el brujo ha dicho que con un remedio morirá antes. De nuevo le suplico por unas gotas para el corazón, se niega, pero al final de tanto insistir, accede, y reacciona. Tenía ya los pies totalmente fríos, boca cerrada y ojos virados. Probamos con alimentación y después de una semana regresa con la niña sana, pero aun cuando la niña estaba recuperándose rápidamente, siguió insistiendo para llevarla de nuevo al brujo. No lo hizo para no enemistarse conmigo. Actualmente está aquí mismo una pobre mujer que se está muriendo, está hecha un desastre, tiembla toda ella y parece de cera. No sé si se puede tener esperanzas, la han matado de brujo a brujo. Es del Chankuap, Perú, vienen de lejos visitando brujos. Los tres últimos han sido: el Chumap; Awananch y el domingo pasado el Ititiá, que lo llevaron directamente a Setuchi, entregándole de antemano una flamante carabina. Este regresó de Setuchi diciendo: “No he podido curarla”. Hoy con chicos de aquí de la escuela la han cargado hasta nuestra casa, diciendo que iban a probar con remedios. Pero cuando iba a internarlo se han negado, porque no sabían, sobre ese punto, la opinión del brujo. El mismo brujo que se confiesa impotente, es el que debe dar permiso para darle unas gotas para el corazón… para ese permiso llevo esperando tres horas mientras la mujer lucha entre la muerte y la vida…
Se han ido al otro lado, solo he podido conseguir que la mujer quede aquí, harán los discursos oficiales y posiblemente regresarán al anochecer… y ojalá me den un permiso… y no sea del todo demasiado tarde… me encuentro de veras nervioso ante esta situación, y me cuesta callarme, no sé ni comprendo la sinceridad del brujo… en el mejor de los casos puedo esperar que me den permiso, a la par que el brujo y esta vez algo más: una carabina. Nos importa muy poco que él que “cura” con los medicamentos nuestros, sea el soplo del brujo, pero lo que sí importa es poner en cuestión la honestidad del brujo. ¿No es pura política? ¿En este caso después de declararse él impotente, no están suficiente claros los intereses?"
Seguidamente, el P. Bolla afirmará como la fuerza de la tradición y la palabra se antepone ante un hecho contradictorio (3).
Estamos aquí frente a un misionero italiano que decidió en aquellos años asumir una nueva cultura. Aprender de ella. Se leen en sus memorias que “vivía totalmente al estilo de los Achuar”, pero lo hizo sin perder su identidad como sacerdote y religioso, lo hizo como un misionero huesped, adaptándose a los estilos de vida, a las formas de vestir, de alimentarse, de tener una casa. Asumió todo esto nuevo, dentro de los límites de ser sacerdote, religioso y misionero. Se sabe que la misión exige adaptarse a un nuevo ritmo de vida, a conocer y apreciar una nueva cosmovisión. Naturalmente, esto no es nada fácil. Luis Bolla nos enseña a que el misionero es huesped. Nos enseña a evangelizar sin colonizar. Referirnos a Yánkuam’ Jintia no en términos de inculturación, como se pensaba por esos años. Referirnos a él en términos de interculturalidad.
Contrastando lo que afirma Apffel-Marglin y Varese, hay toda una simbología que aparece en varios contextos. Lo amazónico todavía no se conoce bien a su cabalidad. Hay mucho que profundizar, hay mucho que adentrarnos, que conocer. Al respecto, es de consideración resaltar los esfuerzos misioneros, en especial, de la Iglesia Católica por ir, en principio, inculturando el Evangelio. Ahora con el Magisterio del Papa Francisco se reconoce que todo está interligado, conectado. Con la figura de Francisco se ha dado un paso muy importante en la comprensión de los pueblos amazónicos. Los frutos del Sínodo panamazónico del 2019 y de cómo se llegó a articular las voces de los pueblos con esa actitud de escucha y reconociendo que nos falta mucho por aprender de ellos.
Cuando Frederique & Stefano señalan ‘que lo único que puede sanar males de la modernidad occidental son precisamente las plantas y los hongos sagrados de los Amazónicos’, nos permite afirmar que la ayahuasca es quizás lo más comercial que se haya conocido, pero la experiencia de aquellos, que viniendo de afuera, de una cultura distinta, y que han aprendido a valorar las prácticas ancestrales de los pueblos, cuando se trata de enfrentarse a la realidad del mal en sus vidas, esto sobrepasa más allá del concepto chamanismo.
Sin embargo, no toda fuerza que proviene de a fuera y una vez que se instala y se deja sorprender por la Amazonía, es una fuerza que trae la muerte. Las historias que nos han relatado acerca de los pueblos amazónicos, menos mal no todas son desde una mirada desde fuera. El diario de Yánkuam demuestra que hay una historia, poco conocida, que se ha escrito desde la convivencia misma con los pueblos. La sabiduría ancestral no ha sido transmitida de forma escrita. Es la fuerza de la oralidad la que la hace, todavía, valiosa y única. Aunque con el riesgo de verse desaparecida si las ‘categorías y los paradigmas occidentales’ intentan imponerse de la peor forma. Algunos afirman acerca de nuevas expresiones o actitudes neocolonialistas con una fachada de desarrollo y progreso, por no decir, extractivismo voraz.
Pero sigue latente el riesgo, y es muy serio, ya advertido por los ancianos en toda su oralidad. El riesgo de que se agudice, aún más, una crisis ecológica global, que exige el cuidado y la custodia de los pueblos amazónicos. Porque si custodiamos a los pueblos amazónicos -que no son ciudadanos de segunda categoría- estamos custodiando la Amazonía. Es lo que asumió el P. Bolla, y así como él, otros tantos misioneros que decidieron arriesgarlo todo al entrar en contacto con pueblos y culturas nuevas: “No imponiendo mi cultura, sino fortaleciendo su cultura e identidad. Ayudándolos a enfrentarse con la cultura envolvente y sin perder su propio nombre, sus valores”. Estos ejemplos de entrega y pasión por la misión reflejan, como dice Brian Swinne y lo leemos en el artículo de Frederique & Stefano: “No somos capaces de ver las hermosas comunidades de vida en este planeta. Nuestra mente enferma solo ve ‘recursos naturales’ y terminamos destruyendo la vida con muy poca conciencia de lo que estamos haciendo”.
Entonces, cuando se trata de curar males, fijarnos en la experiencia que tuvo Yánkuam’ Jintia con el brujo nos permite confirmar tanto la cosmovisión occidental como la cosmovisión Achuar podrían llegar a conocerse, a tolerarse. Este misionero italiano trabajó alrededor de 60 años en medio de los pueblos amazónicos y es quizás una muestra de apertura, de escucha, de diálogo y respeto cuando se logra ver con los otros.
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