Amazonía: Casa Común empezó como un sueño. Era el 2 de abril del 2019 cuando tuvimos una reunión vía Skype. En ese primer encuentro dialogamos cómo podemos juntarnos para poder articular esfuerzos e iniciativas que ya habían surgido a lo largo de todo el proceso de escucha que la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) junto a todos los obispos y las jurisdicciones eclesiásticas de toda la región panamazónica. Iniciativas que surgieron de varias organizaciones de Iglesia, de organizaciones civiles, de misioneros y misioneras que intercambiaban sueños y esperanzas.
Estando en la Universidad recibí un email que me invitaba a ser parte de esta iniciativa. Recuerdo que hablando por whatsapp, Daniela Andrade y Romina Gallegos, dos de las cuatro piezas claves de todo el trabajo que realiza la Red, me animaban a involucrarme en esta 'empresa' que daba sus primeros pasos. Mauricio López expresaba en ese momento que fue esperanzadora tal reunión. En ese día ninguno imaginaba lo que ocurriría con el paso de los meses. Se empezó soñando con traer a Roma, en vistas al Sínodo de octubre del 2019, la experiencia de la Tienda de los Mártires que se vivió en Aparecida el 2007.
Amazonía: Casa Común empezó como un impulso del espíritu. Un impulso que empezó a convertirse en una realidad. Empezamos a trabajar en la secretaria operativa con Antonio Soffientini, un hermano comboniano italiano, quien tuvo una experiencia misionera en Brasil hace unos años. Gracias a Romina, quien nos facilitó de un formato para el registro de eventos. Con ese formato se pretendía anunciar a cada institución que cosa pueden planificar. Las actividades que se propusieron fueron del tipo: sensibilización, espirituales, académicas y de incidencia. Con ello se empezó a pasar esta ficha inicial a cada institución, comenzando por las Repam nacionales y los misioneros que tienen una presencia en la Amazonía. La idea era construir un calendario común de actividades que acompañe el Sínodo Panamazónico que estaba programado para iniciar el 6 de octubre y finalizar el 27 del mismo.
La ficha de
registro de actividades o eventos era para que cada una de nuestras instituciones puedan proponer, teniendo como base la experiencia de la TIENDA DE LOS MÁRTIRES, sus objetivos, sus requerimientos, pero sobre todo, ir plasmando sus "sueños": ¿cómo se quiere acompañar el Sínodo? Entonces, solicitamos que hagan llegar esta ficha a
sus redes de contacto, a aquellas que tengan interés y posibilidad de participar y proponer
alguna actividad dentro de la tienda. Era claro que cada actividad deberá ser
coordinada por la propia institución proponente, así como será su
responsabilidad de tener todos los materiales que se necesite para desarrollarla. La secretaría operativa nace con el objetivo de articular, sea tiempos como espacio. Que no se sobrepongan ninguna de las actividades, de tal manera que la gente que participe pueda ir de un lugar a otro y apoyarnos en cada actividad, todos los que se iban sumando. En esa reunión, la lista fue de 35 participantes a quienes se les invitaba a ser parte de esta iniciativa. Era claro, que si son 35 participantes, tendrían que ser 35 las actividades, más o menos, las que tendríamos durante las tres semanas que dura el Sínodo y por ende la Tienda.
Paso siguiente fue hacer una convocatoria para tener una reunión en Roma con todos lo que estando allí se empezara a trabajar. La convocatoria se hizo para el 17 de mayo. Se comenzaría así la primera reunión presencial con todos los misioneros y misioneras, con diversas instituciones presentes en Roma, con quienes se tendría un primer contacto. La reunión fue en la casa de los Misioneros de la Consolata, a quienes les debemos mucho, por toda la disponibilidad que tuvieron al abrir su casa para empezar este sueño. Un sueño que iba marcando sus pasos y que iba tomando cuerpo.
Antes de la reunión del 17 de mayo, el equipo de coordinación tuvo una reunión el 29 de abril. Allí decidimos trabajar en tres niveles: Primero, que cada grupo, persona e institución presente sus inquietudes y propuestas. Para ello, es importante estimular la reflexión y participación de todos y todas, y saber lo que se está pensando y organizando. Segundo, que tenemos que construir un calendario en común, de esa manera poder identificar las actividades que se van presentando. Y tercero, tener una coordinación en común.
Después de esa primera reunión que tuvimos en Roma el 17 de mayo, y gracias a la presencia del Cardenal Pedro Barreto y Mauricio López, secretario ejecutivo de la REPAM, decidimos llamar TIENDA DE LA CASA COMÚN a todo este cuerpo que se iba formando. Desde el primer momento que nos conocimos, lo primero que se comprobó fue esa pasión y amor por la Amazonía de cada uno de los participantes. Quedó claro que no es REPAM quien coordina este proceso. Se trata de integrar y articular otras fuerzas. Días antes, las hermanas Irene y Antonieta decidieron encontrarse en la Iglesia de la Traspontina. Allí nos conocimos. Estuvo también presente ese 11 de mayo, don Roque, con quienes visitamos la parroquia. Saludamos al párroco, P. Massimo, quien estaba a punto de celebrar una Misa. Fue menos de una hora esa visita, pero allí en la Iglesia de Santa María de la Traspontina, dedicada a la Virgen del Carmen, donde la Orden de los Carmelitas nos abrieron las puertas para soñar aún más.
Han pasado varios meses desde ese 2 de abril. En medio de coordinaciones y reuniones fue tomando cuerpo esta iniciativa eclesial. Las discusiones por llamarlo o no 'tienda' iban y venían. Incluso, algunos obispos del Brasil nos mandaron una carta firmada por algunos para agregar esa dimensión martirial al nombre de lo que en un primer momento, se le llamó Tienda. Pero en medio de diálogos y coordinaciones decidimos llamarlo como es ahora.
AMAZONÍA: CASA COMÚN empezó a ser ese espacio que tiene un solo objetivo: ESCUCHAR. Un espacio donde los protagonistas son: los pueblos amazónicos, sus representantes y quienes los acompañan. Un espacio donde las diversas instituciones tenemos una cosa clara: TRAER LA AMAZONÍA A ROMA. Y ese fue el espíritu desde un inicio. Se trata entonces que la actitud, todo lo que nos une es ese espíritu amazónico, esa energía, esa pasión, por hacer de la Iglesia de la Traspontina, un punto focal que exprese lo que es la Amazonía. Un lugar de encuentro, de oración, de diálogo, de discusión, de participación, de interacción, de reciprocidad, de respeto, pero sobre todo de escucha.
En la medida que iban pasando los días, ni las vacaciones del verano europeo detuvieron las coordinaciones. Iban viviendo más personas, más instituciones a querer ser parte. No era suficiente la intención y la propuesta, es importante desde un inicio, que este trabajo es un esfuerzo común. No podemos perder el objetivo: ACOMPAÑAR AL SÍNODO DE LA PANAMAZONÍA.
El día sábado 5 de octubre, en vísperas de la apertura del Sínodo, se tuvo un grandiosa participación en la vigilia preparada por la juventud comboniana y el Equipo Itinerante. La noche del sábado 5 de octubre algo sucedió que nos unió como hijos e hijas conectados en la oración. El día anterior, un grupo pequeño estuvimos junto al Papa Francisco plantando un árbol. Con ese gesto el Papa Francisco empezó a regar esas raíces de nuestra Iglesia Católica, que en Roma ha empezado a sentir la fuerza de la perifería que ha llegado a ella. Justamente ha llegado al corazón de la Iglesia, al corazón del Papa Francisco. Ese 4 de octubre, San Francisco de Asís estuvo allí. Los cantos de las aves, el hermano sol, la hermana tierra, el hermano árbol, todos estuvimos conectados. Allí lo que sucedió fue que el Espíritu que nos llama a la conversión integral nos empujaba a todos a decirle a la tierra, que grita en todo el mundo, que estamos allí por ella, para cuidarla, respetarla, protegerla porque ella es la creación más hermosa, el regalo más grande que Dios nos ha podido entregar para con responsabilidad cuidarla. Allí no hubo ningún signo contrario a la fe, sino todo lo contrario, allí la fe cobró sentido en el corazón de quienes tienen claro que lo que Dios nos está transmitiendo es que junto al Papa Francisco, salgamos de nuestras estructuras. Que podamos ver más allá de nuestras cejas lo hermoso y bueno que es estar juntos, mezclados, intercambiando la fe, que es una sola. Una fe que se dirige a un solo Creador.
Entonces, ese sábado 5 de octubre fue el inicio de que comprendamos que AMAZONÍA SOMOS TODOS. Que si los pueblos amazónicos están en Roma, no es sólo para devolverle la visita al Papa Francisco, es para comprender que la exigencia de la conversión nos está llegando de la periferia. Son esos nuevos caminos que están abriéndose. Pero no se abren con machete en mano como lo hace el trochero cuando se adentra a lo más profundo de la selva virgen. Se están empezando a abrir caminos, se están empezando a abrir los ojos, se están empezando a abrir las orejas, a abrir la mente y el corazón. Ese sábado eran como dos modelos de Iglesia que se encontraban en Roma, una institucional, muchas veces acostumbrada a recordarnos las palabras de Jesús Nuestro Señor; y otra, que se quita las sandalias, que canta, que danza, que alza las manos para alabar a Dios, que nos regala su color, su ardor, su alegría. Ambas, fiel a su estilo, cada una expresando su fe en un mismo Dios. Una sola familia, con un solo Padre - Madre, donde ni el mayor ni el menor de los hijos tiene el privilegio. Una familia que ora con una sola intención: LA CASA COMÚN.
El Cardenal Pedro Barreto me decía en la Apertura del Sínodo, después de la Misa de Apertura: "Algo pasó en la vigilia de ayer sábado, que yo mismo no me reconocía". Algo está empezando a despertar en la Iglesia, sólo tenemos que escuchar.
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