jueves, 16 de mayo de 2019

Una experiencia de acompañamiento al pueblo amazónico


AMAZONÍA: DESAFÍOS Y PROSPECTIVAS PARA LA CASA COMÚN
Convención en preparación para el Sínodo de la Amazonía
Organizado por la Pontificia Universidad Gregoriana, la Red Eclesial Panamazónica, el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el Movimiento Católico Mundial por el Clima y el Joint Diploma en Ecología Integral.


[Escuchar el audio: en este link: COMPARTIENDO UNA EXPERIENCIA]



Una experiencia de acompañamiento 
al pueblo amazónico

Por Roberto Carrasco Rojas, OMI
Misionero Oblato de María Inmaculada – PERÚ.


Para comprender el contexto

El Perú es un país pluricultural y multilingüe. Dentro de su territorio conviven muchas culturas: pueblos indígenas u originarios, blanco-mestizos y afroperuanos. En total, en el Perú son 55 pueblos indígenas u originarios, con 48 lenguas originarias: 44 amazónicas y 4 andinas pertenecientes a 19 familias lingüísticas.

La cuenca del Alto y Medio Napo peruano está ubicada en la región Loreto, que limita con el Ecuador; en ella existen: Kichwas (de la familia Quechua Napo), Muruy Muinane (de la familia Huitoto), Airo Pai, conocidos como Secoyas y Mai Juna, también como Orejones (ambos de la familia Tucano), y los Arabelas (de la familia Záparo).


Para un indígena naporuna, vivir en sociedad es propio tanto de los seres humanos como de la naturaleza: todo está relacionado. La cosmovisión naporuna enseña que hay un Espíritu –el SAMAY, una fuerza que busca la unión. Pero también hay otra fuerza que desune, desbarata, destruye. Por lo tanto, la sociedad humana debe organizarse según un espíritu, unas ideas y pensamientos. No hay cabida para el espíritu de desigualdad. Sin embargo, según ellos mismos, hoy lo que se impone es el espíritu de competencia.

Los naporunas tienen relaciones de reciprocidad y de prestaciones de servicio. Cuando hay oposición se complementan para llegar a ser completo. Se multiplican en pequeñas sociedades para repetir la misma vida.  Su punto de vista es el complementarse y el de establecer relaciones de reciprocidad y de servicio. De allí la importancia del trabajo comunitario, llamado Minka. Se puede decir que las características fundamentales de su organización social son la búsqueda del equilibrio, la armonía, la igualdad, la reciprocidad, el servicio en todas las manifestaciones sociales.

Cuatro momentos, con rostros concretos

A finales del 2008 la “Huelga Amazónica” ya había comenzado en el Perú. Ese año el gobierno del presidente Alan García Pérez, estaba por decretar algunas leyes que favorecían el crecimiento económico del país. Sin embargo, este hecho en sí mismo positivo, vulneraba el derecho a la participación y a la Consulta de los pueblos, porque el presidente pretendía hacerlo sin escuchar de ninguna manera la voz de los pueblos amazónicos. Más adelante algunos analistas llamaron a esta medida gubernamental "la política del perro del hortelano", queriendo con ello ironizar utilizando esta misma frase pronunciada por el presidente cuando sostuvo que los pueblos “ni comen ni dejan comer”. Al final, el presidente arbitrariamente, pero con traje democrático, promulgó dos leyes y cinco decretos legislativos. Esto provocó diversas reacciones, que luego dieron lugar a un conflicto trayendo como resultado muerte y desaparición en la región amazónica. En medio de este contexto, el investigador del Instituto de Estudios Peruanos, Antonio Zapata, escribía: "Esta política se ha condensado en una serie de decretos leyes que los amazónicos consideran atentatorios contra sus derechos ancestrales". El gobierno movilizó tropas de militares y policías a diversas zonas; situación nunca antes vistas por la población amazónica.


Fue en este contexto histórico donde empieza mi ministerio sacerdotal. Lo que aquí quiero hacer es simplemente compartir con ustedes, algunas de mis experiencias de acompañamiento pastoral a los pueblos amazónicos.

Nosotros los Misioneros Oblatos estábamos en el Puesto de Misión de Santa Clotilde, río Napo, jurisdicción del Vicariato Apostólico San José del Amazonas. Este tiene 14 puestos de misión, la mayoría de ellos a cargo de mujeres comprometidas con la Amazonía, sea religiosas o laicas. Una de ellas, que merece mención especial, es la Hna. Lupita del Putumayo con casi 50 años de labor y presencia misionera. Los sacerdotes éramos solo siete, más el obispo, para un territorio cuya extensión aproximada es de 155,000 km2 cuyos límites fronterizos son el Ecuador, Colombia y Brasil. Solo la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, ubicada en Santa Clotilde, abarca un recorrido, de norte a sur, de aproximadamente 450 km sobre río. Vemos entonces, que el primer impacto era la tremenda cantidad de tiempo y energía que implica moverse y visitar los 124 pueblos que forman parte de la jurisdicción parroquial.


1. El conflicto en el río Napo

Nosotros estábamos tan lejos que no comprendíamos lo que sucedía en la región y el resto del país. Por esta parte del Perú no hay periódicos, no hay noticieros que informen lo que sucede. Solo una pequeña radio local que con música y algunos avisos entretiene a la población de Santa Clotilde. En los demás pueblos de la cuenca ninguna información de lo que estaba sucediendo en sus territorios.

El año anterior, el 2008, el gobierno del ex presidente Alan García Pérez estaba pensando dar luz verde a una transnacional petrolera, para que pudiera desarrollar el proyecto de “Construcción del Oleoducto y Línea de Diluyente CPF-Andoas Para Uso Propio”. Se trataría de la explotación comercial del Lote 67 que estaba siendo operado por Perenco Peru Limited Sucursal del Perú (de inversión anglo-francesa). Era sin duda un negocio gigante: se trata de un lote petrolero muy ambicionado y con importantes reservas de petróleo. Los informes indican más de 300 millones de barriles, que permitiría producir 100 mil barriles diarios, solo en ese lote. Se sabe que toda la Amazonía peruana está lotizada y entregada a las transnacionales petroleras y gasíferas. Recordemos que después de la Segunda Guerra Mundial, es Alemania quien empieza una presencia extractiva petrolera en la región (año 1945 en Maquía, cerca de Contamana – Loreto).


En los años 2008 y 2009, las federaciones indígenas de la cuenca, FECONAMNCUA –Federación de Comunidades Nativas del Medio Napo, Curaray y Arabela–, y ORKIWAN –Organización Kichwaruna Wankurina del Alto Napo– estaban viviendo un tiempo de debilidad organizacional a causa de las diversas descoordinaciones y abandono de sus dirigentes. Ninguna autoridad del estado decía “esta boca es mía”. En este contexto, las dos organizaciones indígenas me piden un trabajo de asesoría. Este hecho me convierte en testigo presencial del conflicto que narro a continuación.

Entonces, en medio de esta huelga amazónica, la población indígena acordó bloquear el paso tanto a las embarcaciones de la petrolera, como también a las comerciales. Ninguna podía atravesar el bloqueo ubicado en pleno río, a la altura de la comunidad nativa kichwa de Copal Urco.  AIDESEP –Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana– en medio de esta coyuntura declara: "Nuestros pueblos no han sido escuchados, en el colmo de la agresión, vemos que ahora se pretende privatizar y concesionar las aguas que son fuente de nuestra vida convirtiéndolas en una mercancía. El gobierno entrega los lotes petroleros a las empresas transnacionales”. Cabe precisar que según un "Estudio sobrela actuación de la empresa petrolera Perenco en el lote 67", realizado por el CAAAP –Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica– y Cooperacción, advierte que "todos los lotes petroleros, incluyendo el lote 67 se superponen a los territorios ancestrales y pertenecientes a los pueblos indígenas y las comunidades que se encuentran en ellos. Además se superponen a áreas naturales protegidas donde los ecosistemas son frágiles y de alta biodiversidad".

A finales de abril del 2009, con P. Jack McCarty y P. Edgar Nolazco (párroco) nos trasladamos a la zona del bloqueo para escuchar las demandas de la población indígena apostada allí. No era fácil plantear un diálogo con ellos. En el local de la comunidad de Copal Urco, una sola voz se escuchó esa mañana: "¡No queremos que la Iglesia se meta!, ¡Váyanse!". Eran las voces que se dejaban escuchar de parte de los líderes y apus kichwas y arabelas, del río Napo y del río Curaray. Entonces, decidimos regresar a la localidad de Santa Clotilde.


Llegó el lunes 04 de mayo del 2009, y sucedió algo que nos sorprendió: muy temprano por la mañana, escuchamos que sonaba la puerta de la Casa de la Misión. "¡Padre, Padre, por favor ábranos!". Se trataba de un grupo de líderes de la misma comunidad que venían en representación de los que estaban en Copal Urco. Dialogaron con nosotros y nos pidieron que los acompañásemos porque era inminente el temor de parte de ellos frente a un posible conflicto que se desataba. Rápidamente junto al párroco salimos inmediatamente en el bote de la Misión rumbo a Copal Urco. Fuimos testigos de un serio conflicto. Ya en casa nos comunicamos con el Obispo y nuestro Superior del Perú. Luego denunciamos el hecho y compartimos el material (fotos sobretodo) con Radio La Voz de la Selva de Iquitos, ya que pudimos registrar y recoger testimonios. Se trataba entonces de un enfrentamiento nunca antes visto. "Tres personajes contra uno": El Gobierno del país (poder político), la empresa petrolera (poder económico) y las fuerzas armadas (poder militar) versus los pueblos indígenas del Napo. Esto marcó profundamente el inicio de mi ministerio sacerdotal. Monseñor Campos ya me había advertido de la difícil situación de la Amazonía cuando asumí la coordinación de la Pastoral Indígena del Vicariato. En este primer momento, es imposible olvidar los rostros de quienes no entendían la magnitud del enfrentamiento.

2. Metales pesados en la sangre

Cada visita que hacíamos a las comunidades, además de celebrar la Palabra y la Eucaristía, era para compartir la información de lo que había sucedido y empezar a buscar las razones del porqué todo este conflicto en el río Napo. Es así que con la ayuda de la Comisión Episcopal de Acción Social, comenzamos un trabajo conjunto con el Vicariato para acompañar líderes y formarlos en temas sobre Derechos Humanos y Colectivos. Empezó con ello la formación itinerante de líderes sociales. Fue así que las federaciones indígenas nos pidieron que los apoyásemos en su reorganización, y junto a profesionales católicos seguimos el trabajo que nos permitió pasar a una segunda fase, el fortalecimiento institucional. Con las autoridades del distrito decidimos formar un Comité Multisectorial para dialogar y trabajar objetivos comunes. Un proceso de acompañamiento de pastoral social que la parroquia asumió junto a las comunidades y a las organizaciones civiles e indígenas. El apoyo del Comité de Justicia, Paz e Integridad de la Creación de los Misioneros Oblatos nos animaba.


En Santa Clotilde, dos misioneros y médicos trabajaban en el Centro de Salud a cargo de la Misión. Se trata de P. Jack McCarty, Opraem y P. Mauricio Schroeder, OMI. Ellos permanecieron allí más de 25 años. Recuerdo un informe escrito por P. Jack (director de la Micro Red de Salud del Napo) dirigido al gobierno: el título de este informe era “Metales pesados en la cuenca del Napo: un informe preliminar de su efecto en el ser humano”. El documento afirmaba que “durante los años 2008, 2009, y 2010 se había vuelto a realizar análisis de metales pesados en la Cuenca del Napo. Esta vez encontraron niveles preocupantes de mercurio, plomo, hierro, y cadmio en algunos de los puntos”. Esta situación empezó a preocuparnos a todos. Naturalmente la salud de la población estaba en grave riesgo si no se tomaba medidas. De solo pensar que la base alimenticia de un poblador en la ribera está basada en pescado, yuca, frutas y algunas verduras y carnes. Un alto índice de desnutrición infantil es todavía evidente. Recorriendo los pueblos es imposible olvidar los rostros de los niños que surcan y atraviesan el río con dirección a la escuela portando muchas veces solo una pequeña olla de masato y algo de plátano para comer. El nivel de educación es muy bajo, y es comprensible el porqué. Razón por la cual junto a las organizaciones decidimos enfrentar esta problemática.

3. Encuentro con Achakaspi en el Ecuador

A inicios del año 2011 nos quedamos sin Obispo. Pero la misión y la coordinación de la Pastoral Indígena debe seguir. Quería experimentar recorrer desde Iquitos,  pasando por el río Amazonas y luego casi toda la cuenca del Napo, surcando hasta Rocafuerte en el Ecuador (aprox. unos 750 km de viaje). Acompañando la formación de animadores cristianos y catequistas kichwas, fui al CEFIR – Centro de Formación Intervicarial Runa– en Pompeya. En una entrevista a José Miguel Goldáraz, misionero capuchino, quien trabaja hace casi 50 años en la Amazonía ecuatoriana – peruana, nos dijo que: “Nuestra labor como Vicariato del Aguarico - Ecuador es sobre todo la defensa, en primer lugar, y sobre todas las cosas, del hombre aunque sean de pueblos reducidos. Más vale salvar una vida que enriquecerse con el petróleo.  Y también la otra cuestión es la defensa de la Ecología del bosque… Por eso el peligro, y nuestra pastoral es totalmente decidida en defensa de los grupos humanos que tienen todo el derecho y con toda razón de habitar sus tierras. Por un desarrollo económico mal llevado y la explotación petrolera peor llevada, no hay razón para que se elimine a estos pueblos de cualquier manera que sea o se los intranquilice, o que se los saque de sus territorios y que se vean obligados a migrar a otras partes”.  Las palabras del P. José Miguel, conocido por los naporunas como Achakaspi (palo de hacha) son la de un maestro en la misión. Estas palabras sintetizan lo que podríamos considerar como un proceso de acompañamiento pastoral concreto a los pueblos amazónicos. No conocí a su fiel compañero de batalla, el P. Juan Marcos Mercier, ofm (quien falleció el año 2008, meses antes de mi llegada a la misión), pero la herencia y testimonios que escuché de él por los naporunas, es que era un místico en plena selva. Probablemente el que mejor sistematizó la cosmovisión naporuna en todas sus obras.


En ese tiempo, uno de los primeros resultados de este acompañamiento fue que las dos federaciones ORKIWAN y FECONAMNCUA mediante un pronunciamiento se dirigieron al ex presidente peruano Ollanta Humala, en estos términos: “Sabemos la existencia de altos niveles de mercurio y otros en nuestra cuenca. Exigimos la publicación de los resultados de estudios de metales pesados en las aguas de la cuenca del Napo... Que los pueblos examinados sean informados de estos resultados. Los pueblos examinados tienen el derecho a saber el resultado existente de tales estudios hechos a las aguas y personas. A la vez, pedimos que se amplíe el estudio para incluir aguas subterráneas. El agua es nuestra vida, si ella está contaminada corremos el riesgo nosotros y nuestros hijos. No somos ciegos frente a tantas enfermedades raras que aparecen”. 

Admiro la actitud de defensa y protección de la Amazonía por parte de aquellos hombres y mujeres, líderes valientes, guardianes de nuestros bosques. Estas actitudes me seguían formando.

4. Amenazas versus Resistencias

Al final del 2011, Mons. Miguel Olaortua, Vicario Apostólico de Iquitos, asume también el Vicariato San José del Amazonas. Depositando su confianza en el trabajo que veníamos realizando, continuamos con los proyectos gracias al apoyo de Misereor. Cuando evaluamos la primera etapa de la formación itinerante de líderes sociales en el Napo, empezamos a pensar en cómo acercarnos a otras cuencas, el Putumayo, el Amazonas y el Yavarí. Escuchando a los misioneros y agentes de pastoral, nos percatamos que por esos años se estaba implementando en la región de Loreto un conjunto de Megaproyectos, el llamado IIRSA – Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana – es un mecanismo institucional de coordinación de acciones intergubernamentales de doce países suramericanos, que tienen el objetivo de construir una agenda común para impulsar proyectos de integración de infraestructura de transportes, etc. Veíamos que la amenaza era inminente para los pueblos indígenas. No bastaba con promover colectivos para la vigilancia y monitoreo de la implementación de los megaproyectos IIRSA en Loreto. Empezamos a trabajar con las organizaciones regionales y con la sociedad civil. En el Napo nos unimos para fortalecer la promoción de jóvenes para estudiar la Educación Intercultural Bilingüe. De igual modo, el Proyecto Recrearte, se trataba de un trabajo articulado con voluntarios para dedicarnos a los niños y niñas kichwas cada verano por siete años. No podíamos dejar de escuchar tanto a niños y jóvenes.


Era octubre del 2012. En ocasión de la conmemoración de los 100 años de la encíclica Lacrimabili Statu Indorum del Papa Pío X, nos reunimos las Iglesias Hermanas del Perú, Colombia y Brasil en La Chorrera – Amazonía colombiana, para junto a los pueblos muruy muinane, bora, entre otros, hacer un gesto simbólico rescatando la Resistencia de los Pueblos Indígenas. Recuerdo aquel “Discurso de la conmemoración de los 100 añosdel etnocidio en La Chorrera”, pronunciado por Raul Teteye Ugeche, Rector del Colegio Indígena Casa del Conocimiento, quien con voz fuerte dijo: "Todavía quedan suficientes indios…" Esta fue la frase que impidió a los “civilizados” tan siquiera vislumbrar el daño que a todo nivel estaban haciendo con el aniquilamiento de las comunidades indígenas de estas tierras”. Entre el 1900 y el 1930 fueron desapareciendo cientos de pueblos originarios amazónicos. Los capitales ingleses tienen mucho que responder en medio de todo este imaginario. Nuevamente esos rostros continuaban dibujándose en mis momentos de oración.


¿Qué podemos hacer como Iglesia junto a los pueblos indígenas?

En todo momento la labor misionera nos presenta grandes desafíos por asumir. En cada visita además de Anunciar a Jesús decidimos solo escuchar y escuchar. Porque escuchar es lo más profundo que un misionero puede intentar hacer. No basta con escuchar el silencio en medio de los bosques y de la aguas de los ríos; no resulta suficiente, no lo es todo. Hay un grito, y muy fuerte que estamos llamados a escuchar, y hacerlo nuestro. Se trata de unir nuestras voces a ese grito. Nuestra oración en la selva tiene un solo grito. No podíamos quedarnos en una actitud de silencio. Un misionero en la Amazonía no puede estar tranquilo, no debe dejarse encantar o seducir con lo que viene de afuera. El Samay, ese espíritu es quien nos acompaña en el discernimiento. Con una actitud intercultural de apertura, respeto y escucha continuamos insertándonos en esta realidad que nos sorprende, pero que también, nos empuja a sumarnos a esta nueva resistencia que viven hoy los pueblos de la Amazonía.



Después de unos años de acompañar y de dejarnos acompañar también; porque en realidad cada persona, cada niño, cada anciano, cada rostro nos regalaba esa chispa que hacía arder esa pasión por estar con ellos, vivir con ellos, ser parte de ellos. Por lo cual, no se trataba solo de aprender la lengua indígena, ni tampoco de beber el masato y celebrar con ellos el bautismo y los matrimonios, de lo que se trataba era de tener ese espíritu para resistir. Es increíble, de solo pensarlo, tener un momento de meditación para cuestionarnos ¿cómo es posible que estos pueblos sigan resistiendo en medio de toda una historia de dolor, de abandono?, ¿qué hay en ellos que continúan danzando, cantando y celebrando? La respuesta es una: Es esa fe en Pachayaya. Ese Padre de la Tierra y de la Eternidad que ellos respetan y escuchan. Un Dios que no está “arriba”, sino, es quien camina por los bosques, y que visita las familias para pedir de comer o beber o simplemente para invitarte a trabajar a la minka. Un Dios que hace la kamachina –la corrección y el consejo–. Esa corrección que los ancianos y kuyllur runas lo convierten en oración de perdón en cada celebración dominical.

Llegar a lo concreto junto a los pueblos

El naporuna no vive pensando en cosas abstractas. Su cultura los lleva a lo concreto. Los valores naporunas reflejan bien esa relación que ellos tienen con Dios, con la comunidad, con el bosque y su territorio. Por eso cada reunión con la comunidad puede durar más de lo que uno puede imaginar. Aprendí que sus tiempos no son mis tiempos. Debo como misionero aprender a caminar al ritmo que ellos tienen. Yo soy solo un invitado, uno que es bienvenido, que intenta entrar en la cultura.

El año 2013 se filtra la información del llamado “Plan Amazonas”, que con sesgo militar se va metiendo en medio de los pueblos amazónicos bajo la forma de “estrategia social”. Pero los trabajos con las federaciones seguían su curso. Finales del año 2014 las dos federaciones de la cuenca presentaron al gobierno central su trabajo: la Agenda Indígena Política compartida de los distritos Torres Causana y Napo. Esa Agenda lleva por nombre: “Shuk Yuyaylla, Shuk Shunkulla, Shuk Shimilla, Shuk Makilla, Kasna Kawsana”, que significa: “Una sola idea, un solo corazón, un solo lenguaje, una sola mano para vivir bien”.


Ambas federaciones – conscientes de que pueden participar y aportar de manera efectiva en el desarrollo local, regional y nacional y de ser actores de su propio desarrollo, sobre la base del “Napuruna Alli Kawsana” –el “Buen Vivir” de los Naporunas–, elaboraron dicha Agenda. De manera participativa las dos organizaciones indígenas, junto a las autoridades estatales y a las organizaciones civiles locales, recogieron y plantearon así sus demandas, aspiraciones y propuestas sobre las que han reflexionado de manera conjunta por más de tres años. Como resultado han llegado a consensos en las demandas y propuestas en relación a estos temas: (1) Seguridad jurídica y territorio; (2) Educación  bilingüe intercultural; (3) Salud intercultural; (4) Cuidado de los recursos naturales y ambiente; (5) Consulta Previa; (6) Mujer y liderazgo organizacional.

Como Iglesia con rostro indígena nuestro compromiso sigue siendo el de seguir acompañando los procesos que siguen. La elección del Papa Francisco fue un signo de esperanza para las organizaciones indígenas de los pueblos del Napo. La encíclica Laudato Si’, hace que estos procesos sigan su curso. No fue fácil ningún en momento de todo este recorrido, que duró siete años. Estoy convencido observando cada rostro en cada pueblo indígena, que Jesús para nosotros en la Amazonía, realmente tiene rostro indígena.

Roma, 16 de mayo del 2019



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