POBLACIÓN EN
ABANDONO
Muchos son los discursos
de los gobiernos de turno, muchos de ellos asistencialistas como sus políticas.
Muchas son las promesas – como el SAMU – y todo lo que escuchamos en campañas
electoreras. Por cierto, mucha es la ganancia que las empresas extractivas
formales e informales cada vez ven en sus arcas. Como también, y no puedo dejar
de mencionarlo MUCHA ES LA POBLACIÓN EN ABANDONO.
A meses de las elecciones municipales y regionales ya van pululando promesas increíbles, propuestas de gobierno salidas no sé de qué escritorio o de qué cabezas. Lo cierto que la cuenca del Napo se empezó a vestir de banderitas de colores.
Como todas las campañas hacen su aparición fulano, zutano, mengano, y por allí, otro personaje que surge de la “nada” para venir a discursear a la población. Lo que más extraña es que después de las elecciones vuelven a la ciudad de Iquitos u otra ciudad a continuar sus vidas. Pero bueno, ya están aquí. Algunos conocidos, otros ya creciditos y otros empezando en el mundo de la política.
¿Y la población de la cuenca? Igual o algo mejor, dependiendo por dónde se le mira. Pareciera que los programas sociales trajeron no solo dinero “gratis”, aunque no lo es, “porque se supone que el Perú está tan bien que a Humala Tasso lo premian en el extranjero como el mejor estadista”. El Napo ha cambiado mucho estos últimos cinco años. Tanto que cualquier sociólogo, antropólogo serio lo notaría.
Desde
que hizo su aparición las empresas petroleras nadie imaginó cómo éstas iban a
crecer tanto y tanto que ni ellos mismos se lo imaginaron. Desde que los
dragueros ilegales vinieron como en manada nadie se imaginó cómo iban a ser
recibidos en las comunidades. Ha aumentado tanto el consumo en cinco años que
ya se ven familias en condiciones que parecieran darnos el dato que hemos
mejorado.
Hace
cinco años que esta cuenca grita desde sus adentros y se pregunta… ¿qué es lo
que realmente está pasando? Porque valgan verdades la extrema pobreza, la
desnutrición, la ausencia de profesores, las aguas contaminadas con metales
pesados, la falta de medicinas, el aumento de la prostitución y trata, el
alcoholismo, la droga y ahora con más
frecuencia la delincuencia y los atentados contra la vida siguen siendo temas
que no están en agendas políticas de los que quieren gobernar.
Cuando converso con un candidato da mucha preocupación
escuchar que quieren ver al Napo o a Torres Causana cómo grandes ciudades con
todas las comodidades en comparación a otras. Uno por allí dijo: “Mi compromiso es traer desarrollo para mi
distrito”. Y me pareció entender que para él (que no vive acá, sino por
campaña) lo que quiere es llenar el distrito de carreteras, motos, canchitas
deportivas, etc y demás estructuras y estructuras como si esto fuera lo único
que supiera hacer un gobernante. Y le pregunté: ¿Y por la niñez y la juventud?
–porque los gobiernos regionales y
locales tienen un buen presupuesto para
gastarlo en estos rubros – y su respuesta fue… “un discreto silencio”. ¿Y
por las comunidades indígenas que hará?... “Otro largo silencio”. Después vino
la reacción: “Me preocuparé por los niños, los jóvenes son el futuro, los
pueblos indígenas son mis hermanos, … bla, bla, bla”. Linda sinfonía. Parece
escuchar cada cuatro años la misma música de siempre.
Feminicidios,
homicidios, hambre, ausencia del Ministerio Público, inseguridad, miedo,
“silencio”, son las banderitas que aumentan, manchadas de sangre y de zozobra.
Y ¿el Estado dice que está haciendo algo
con la PIAS?
Publicado en Boletín ÑUKANCHI LLAKTA N° 39