Petróleo
El
juicio del siglo
“¿De qué raza serán los petroleros?”, comentaba un
viejo colono de la Vía Aucas en el día del lanzamiento del libro “UDAPT Vs.
CHEVRON, las voces de las víctimas”. Este libro “Cuenta la historia de la
condena judicial a CHEVRON-TEXACO por haber cometido el mayor crimen ambiental
que registra la historia de nuestro planeta en las provincias amazónicas
ecuatorianas de Sucumbíos y Orellana”, escrito por Luis Yanza. “De la misma raza
que la Chevron-Texaco y su familia ampliada”, le respondí. ¿De los que
contaminan la amazonia y acusan a indígenas y colonos de sabotaje por las
rupturas del vetusto oleoducto? ¿De los que bombardean civiles en las ciudades
de los países árabes petroleros del Medio Oriente y Norte de África? ¿De los
que planifican la extracción inconsulta del petróleo del territorio de la
nacionalidad originaria Tagaeri-Taromenani, en aislamiento voluntario (PIA)?.
Hay varias categorías de petroleros: 1- Los obreros del
petróleo que, por un sueldo mínimo, se “sacan la madre” en estos montes
impenetrables e insalubres. Son la punta de lanza de las empresas y, a veces,
mueren matando Taromananis: son la carne de cañón. 2- Los petroleros malos:
compuesto por relacionadores comunitarios, 100X100 fidelísimos servidores ¡Más
empresarios que la misma empresa!; abogados, jueces, ingenieros petroleros de
campo…, son los amos de turno, aunque de segunda. Siempre fallan a favor de la
petrolera y condenan al ciudadano. 3- Los “halcones del petróleo” que pisan
fuerte, aunque no funjan como petroleros dicen: Somos país petrolero, somos
Estado Soberano, somos los honorables ministros, somos señores funcionarios de
hidrocarburos, somos los excelentísimos cancilleres y embajadores, soy el Sr.
Gerente General de la Empresa tal… Todos apostados junto a los varios grifos de
salida del petróleo.
Voy a contar otro chisme de mal gusto referente a la
reciente masacre Taromenani, todavía no resuelta por la fiscalía después de casi
dos años de empeñosa y sesuda investigación. Cuentan los sabidos en leyes de la
ciudad del Coca que las fotografías de mujeres y niños taromenani disparados y
muertos, que circularon por las calles, prensa y televisión no son instrumento
válidos de prueba, que tampoco valen las narraciones de los propios ejecutores
de los asesinatos, porque no han aparecido los cadáveres. Conclusión lógica: no
ha existido la tal masacre, es una leyenda más en torno a los misteriosos
waorani que se mimetizan en la espesura como fantasmas, ¡a otro perro con ese
hueso, dicen! Se podría acusar, más bien, a los que han propagado la noticia
por promover el pánico social, según el nuevo código penal.
Otro chisme de los ilustres petroleros de tercera: El
mes de Agosto del 2013 anuncian a bombo y platillo la explotación de los
bloques 31 y 43 del Yasuní con los mejores estándares nacionales e
internacionales de exploración y explotación, de la categoría “de punta”: que
implica movilización aéreo transportada para preservar intocada la ecología de
la reserva biológica de la ONU del PNY, construcción de plataformas de perforación
en racimo, por las mismas razones y evitar más fácilmente la posible
contaminación, construcción de senderos ecológicos con pasos elevados (puentes)
entre el canope de los árboles para que se columpien los monos araña, pasos
subterráneos (sotopasagio) para las dantas, watusas, sajinos y otros animales
pedestres y sendas superficiales para las caminatas de los sufridos petroleros.
Todo maravilloso, hasta que aparecieron unas fotos satelitales que nos
presentan otra realidad: una amplia herida en el bosque a través de la selva
desde el Tiputini hasta la estructura Apaika, en el centro del bloque 31, una
gran vía por la que circulan semovientes de todo tipo (camionetas, trailers y
tractores…) en ambas direcciones, sin overpases para monos ni sotopasagios para
las dantas, amplias plataformas de perforación en Apaika y tecnología de
costado en vez “de punta” a lo largo del “sendero ecológico”.
El libro que merece la pena leerse, concluye:
“Finalmente, el 14 de febrero del año 2011 fue el DÍA. Día que a ratos estaba
cerca, pero que se alejaba debido a las continuas artimañas y obstáculos que la
Chevron utilizaba para que no llegara. Pero la constancia y la sed de justicia
de más d 30.000 afectados, apoyados por los aliados locales, nacionales y
extranjeros y el compromiso incondicional de los abogados, hicieron que, aunque
un poco tarde, llegara el DÍA (pg. 302).
Algunas reflexiones: 1. El Caso de la petrolera Texaco
demuestra que las realidades sociales de los pobres, para que den fruto
necesitan largos procesos con sus luces, sus sombras y esfuerzos colectivos,
para que las victorias sean también colectivas. 2. Los procesos sociales de las
organizaciones se inician y mantienen sobre hombres y mujeres de carne y hueso
(no sobre entes estatales y organizaciones políticas del sistema), que nacen,
crecen y se desarrollan en la lucha planificada. Su caldo de cultivo es la
lucha social. 3. Los procesos sociales desde los pobres, precisamente por eso,
necesitan de alianzas estratégicas (no de dueños del proceso), que inyecten
mística, economía, estrategias, estructura, asesoramiento y que lleven a un
contagio mutuo y potente. A un aprendizaje que genere tesón para mantenerse,
aún contra imposibles e invencibles obstáculos.
La batalla ganada el 14 de febrero del 2011 fue el
resultado de un gran esfuerzo colectivo de los principales protagonistas del
juicio (los afectados) y el apoyo de decenas de organizaciones sociales,
instituciones sensibles con la causa de los pobres, artistas, ciudadanos e
incluso algunos políticos honestos. El Caso Texaco ha mantenido unidos y
movilizados a gran parte del campesinado-colono y comunas indígenas de las
provincias amazónicas de Orellana y Sucumbíos por 20 años. Es un favor positivo
incalculable a la lucha por los derechos del pueblo. Para seguir adelante en
las trincheras sociales de los pobres se necesita una coordinación fuerte y
lúcida. Desde hace algunos años atrás no ha habido otra instancia de referencia
social y debe seguir de alguna manera, porque se sigue vendiendo la selva y a
sus legítimos dueños por un chorro de brea.
El Caso de la condena de la petrolera Texaco ha
demostrado que, a pesar de las difusas realidades políticas adversas, un
liderazgo alternativo que guíe los intereses de los pobres, es posible: Ha
mantenido, con altura, la lucha social de los pobres, la crítica a las grandes
corporaciones extractivas de recursos naturales y a los liderazgos políticos
que manipulan a las organizaciones. Presenta un estilo de liderazgo que,
apoyado en valores, principios de los pobres y cultivado en la práctica de la
militancia de las organizaciones sociales, aguanta la prueba de las presiones
económicas de las empresas y las tentaciones políticas de los “amigos”, en cada
proceso electoral. Esto se ha podido sustentar y ha logrado sentar las bases
para que las estructuras de los afectados no resultaran manchadas con ningún
color político ni económico. Este es un sello de garantía y credibilidad en
todo proceso de resistencia activa organizada para los miles de pobres y
descartados.
Achakaspi
1703999019
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