Niños, niñas y adolescentes en la ribera del Napo peruano –
preocupación constante de la Misión Católica
Cuando los misioneros católicos se asentaron en esta parte
de la Amazonía Peruana llamada río Napo nunca pensaron que en menos de un siglo
grandes cambios iban a suceder. Cabe recordar que desde que los padres Agustinos
hace más de cien años visitaban hasta la frontera con el Ecuador en la
localidad de Pantoja, hoy distrito de Torres Causana; luego los padres Franciscanos
que asumieron el Vicariato San José del Amazonas viendo nacer a los distritos
que hoy siguen creciendo. En este tiempo surgieron grandes misioneros y
misioneras de feliz memoria como son los padres Euclides Riopel y Lucille Gagne
Pellerin en el Napo y Juan Marcos Mercier en Torres Causana. Ya por los años
ochenta los padres Norbertinos y los padres Oblatos de María Inmaculada
asomaban por esta ribera con una propuesta de trabajo dedicado exclusivamente a
la salud. Los inseparables amigos Jack Mac Carty y Mauricio Schroeder recorriendo cada una de
las comunidades llevando no solo salud y esperanza, sino también alegría y
mucha confianza en una labor que hoy permanece gracias al apoyo de mucha gente
de buena voluntad que durante estos años han sabido aportar para un buen vivir
de los niños, niñas y adolescentes en el río Napo en lo concerniente a temas de
salud y educación.
Es evidente que la presencia del estado durante estos años
ha sido casi nula. Las fronteras y por ende sus poblaciones han y siguen siendo
parte de una gran brecha que separa lo rural de lo urbano. Temas como calidad
educativa, mejor atención en salud, promoción de los derechos humanos sobretodo
de pueblos indígenas, defensa y protección de la niñez y de la adolescencia
como prioridad, entre otros no necesitaban de discursos, ni de convenciones, ni
de mucho menos de planes nacionales o peor aún de responsabilidad social de empresas
privadas porque todavía no se empoderaban de estos territorios. La iglesia
católica ha sabido muy bien que hacer y cómo enfrentar situaciones de abandono
que vivían y siguen todavía viviendo los pueblos napurunas. La opción preferencial por la niñez y la
adolescencia es desde el inicio una prioridad del trabajo misionero y lo
seguirá siendo.
Hoy el estado peruano con su política de inclusión social
pretende llegar a las fronteras. Lo está haciendo a su manera, pero muchas
veces IN CONSULTA. Programas, planes, proyectos entre otros se han juntado
todos a la vez y han llegado como una palizada que baja en creciente por cada
pueblo, sin saber la población cuál es realmente el objetivo y el fondo del
asunto. Para poner un ejemplo tenemos el Plan Nacional de Acción por la
Infancia y la Adolescencia 2012 – 2021. Este plan quiere llegar como sea a
demostrar que el Perú como república al celebrar sus 200 años de independencia
está en la senda del “desarrollo humano”. Sin embargo, el estado pareciera que
se ha olvidado de la deuda histórica que tiene con estos pueblos de la
amazonía, más aún con la niñez y la adolescencia. No se pueden cambiar las
cosas, menos aún la forma de entenderlas y vivirlas, con un programa o planes
con tinte populista que lo único que han creado es incertidumbre y desazón por
la forma como se desarrollan las actividades. La población sigue confundida de
lo que realmente pasa, lo único que sabe es que le están entregando dinero y le
están obligando a cumplir ciertos requisitos para que sigan de beneficiarios.
Ni la modernización económica que está viviendo el Perú hace
más de 20 años ni los planes impuestos por gobiernos de turno van a cambiar
costumbres, formas de pensamiento, actitudes, cuando en realidad la herida
dejada años atrás no ha sido trabajada.
Durante todos estos años la Iglesia es testigo de lo que
sucede en realidad. Su tarea ha pasado de ser una institución que catequiza o
lee el Evangelio a una Abogada de los Pobres. Y para poner unos ejemplos en el
tema de niños, niñas y adolescentes, señalo algunas de las tantas deficiencias
que tiene el estado peruano, preocupado más de la extracción petrolera que de
velar realmente por el derecho de los niños y niñas y adolescentes: En estos
últimos cinco años, ni el gobierno
local, ni el gobierno regional han trabajado por la niñez y la adolescencia. No
hay liderazgo, peor aún no hay políticas públicas para la primera infancia, la
infancia y la adolescencia que trasluzcan un real accionar a favor de los
menores. La niña y el niño de la cuenca del Napo no son sujetos plenos de
derechos. No son escuchados. No hay espacios para dialogar con ellos. No se
toman decisiones que resuelvan realmente el hambre, la calidad educativa, la
mejora de la salud, la participación, la defensa de la familia, la cultura
napuruna. Ni CRECER, ni JUNTOS, ni QALI WARMA, ni SIS, ni AGUA PARA TODOS, ni
LAS PLAZAS DE NIVEL INICIAL entregadas a egresadas de secundaria, reflejan
realmente un trabajo serio por la niñez y la adolescencia. Aumenta la trata de menores y los involucrados
recorren las calles de Santa Clotilde y los pueblos sin que nadie los controle.
La policía nacional preocupada en la madera que sale para ver qué hacer, ella se
ha convertido en una mesa de partes del Ministerio Público ausente y de un Poder
Judicial reducido a un juez que no tiene competencias para dar soluciones a
casos penales que vulneran y atentan los derechos del niño, niña y
adolescencia.
Aumenta el feminicidio delante de los niños y niñas, no solo
de sus padres sino también de sus profesores. El hambre está llevando a robar
gallinas y alimentos a los niños por el abandono de sus padres que salen a
buscar comida en el bosque o en el río porque no hay trabajo en la zona. Hasta
el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables no ha encontrado los
mecanismos más eficaces para atender situaciones de gravedad que han empezado a
presentarse. Da la sensación que este PNAIA se ha hecho en escritorios, sin la
participación real de los beneficiarios, población organizada.
Cuando leo cada una delas páginas de este “PLAN” me viene a
la cabeza muchas preguntas, muchos
cuestionamientos. A las finales, los únicos grandes ganadores y beneficiarios
reales de este tipo de trabajo son los gobernantes de turno, sus funcionarios,
la MGP, las empresas extractivas que se llenan la boca diciendo que el dinero
lo entregan al estado, y que este sabe lo que tiene que hacer. Finalmente
ninguna meta emblemática se está
logrando porque los índices reales de desnutrición se mantienen; no hay
escuelas y profesores de calidad para el nivel inicial; un niño o niña acaba la
primaria sin saber leer, escribir o comprender un párrafo; las y los
adolescentes asumen roles de madre o padre
sin haber tenido una madurez adecuada para esta tarea; seguimos teniendo
escuelas secundarias con dos o tres profesores muchas veces ausentes; y si todo
esto no se llama MALTRATO A LA INFANCIA, entonces ponle tú otro nombre.
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