MEMORIAS
DEL ETNOCIDIO CAUCHERO
Por:
Raul Teteye Ugeche
Indígena
Bora
Rector
del Colegio Indígena Casa del Conocimiento
e-mail:
raulteteyeugeche@yahoo.com
#ETNOCIDIOCAUCHERO
“Todavía quedan suficientes
indios…” fue la frase que impidió a los “civilizados” tan siquiera vislumbrar
el daño que a todo nivel estaban haciendo con el aniquilamiento de las
comunidades indígenas de estas tierras.
Llegada de los no indígenas.
Alrededor del año 1900 aparece
por estos contornos el colombiano Benjamín Larrañaga quien introduciéndose por
las cabeceras del río Igaraparaná llega a este paraje y seducido por el encanto
de su paisaje se establece en el mismo lugar que ocupa esta casa.
Por los mismos años llega el
peruano Julio Cesar Arana del Aguila quien se asocia con Larrañaga y
posteriormente ocurre la muerte de Larrañaga en circunstancias poco claras,
dejando sus caucheras a uno de sus hijos quien después vendió a Arana sus
siringales e indios dejándolo como único dueño.
Esto mismo ocurrió en el río
Caraparaná con el Encanto y otros fundos que eran de colombianos y así se hizo dueño de una
extensa región bañada por los ríos Caquetá, Putumayo, Igaraparaná, Caraparaná,
Pupuña, Cahuinarí y un sinnúmero de ríos y quebradas menores.
Conformación de las Compañías
Caucheras.
Ya sin competidores a la vista
organizó la región en secciones o subestaciones que en total fueronh más de
cincuenta y que estaban diseminadas por toda la región.De La Chorrera
dependían La unión o Arica, Mediodia, Indostan, Danta quemada, Santa
Julia antigua, Santa Julia, Pereira, Providencia, Porvenir, Ortiente, Sur,
India, Sombra, occidente, Bellavista, San Antonio, Santa Rosa, Valverde, Ultimo
Retiro, Urania y otros sobre el Igaraparaná; Palmeras, Abisinia, Gondar,
Morelia, Santa Catalina, Sabana, Atenas, Entreríos y otros sobre el Cachuinarí
y sus afluentes y Matanzas o Andokes, Puerto Pizarro y otros sobre el río
Caquetá; El Encanto, Argelia y otras 20 subestaciones sobre el río Caraparaná y
Yabuyanos y otras subestaciones sobre
el río Putumayo.
Desde estas estaciones y
subestaciones La Casa Arana dominó y controló las cerca de 6'000,000 de hectáreas
que tenía la concesión.
Método de Trabajo:
A los jefes de secciones se les
asignaba como sueldo un porcentaje del producto recogido. Se sabe que el jefe
de la sección Matanzas donde se cometieron los asesinatos más numerosos ganaba
el 20% del caucho recolectado. El personal diferente a jefes de secciones tenía
asignaciones fijas.
El contingente de barbadenses que
fue contratado tenía asignaciones fijas pero a los precios de los artículos en
las tiendas de la compañía hizo que muchos después de trabajar cinco o seis
años tenían tanta deuda que solo era cancelable si trabajaban seis meses sin
pago alguno.
Si eso era con el personal contratado, a los indígenas les fue
peor a estos se les entregaba una camisa, o un pantalón, o un machete, por los
que tenían que trabajar seis meses o más y aún quedaban debiendo.
Los días de entrega o bajada de
caucho eran fijados cada quince días o cada mes en los que cada indígena debía
entregar un número determinado de kilos so pena de flagelación, cepo,
ahogamiento, o cualquier otro castigo que la creatividad pudiera producir.
Al analizar los métodos de
tortura que se usó en La Casa Arana aparecen como si obedecieran a un concurso
cuyo ganador fuera quien se inventara el método de tortura más cruel,
despiadado e inhumano.
· Las flagelaciones con latigazos en
números que iban desde 5 hasta 200 los
cuales en varias ocasiones ocasionaron la muerte en el acto y muchos murieron
en los caminos o en sus casas a consecuencias de las flagelaciones. Casi todos
los indígenas tenían cicatrices de latigazos y muchos de los capataces o
verdugos cogieron fama porque sus latigazos siempre producían cortes en la piel
desnuda de los indígenas.
· El cepo que eran dos bloques de madera
pesada con muescas para sujetar a la persona por las muñecas, tobillos o cuello
que en muchas ocasiones era combinado con la flagelación y la suspensión de
alimentos. Se cuenta de un indígena en el cepo a quien estaba prohibido dar
alimento que antes de morir comió gusanos que producían las heridas de los
latigazos. El cepo de Santa Catalina fue el más cruel por su diseño.
· El ahogamiento que consistía en sostener
al indígena bajo el agua hasta que tragara tanta agua que fuera próxima la
muerte la que en muchas ocasiones llegó como el que ocurrió en occidente y que
aparece documentado en publicaciones.
· La quema en la que al condenado se
hacía cargar suficiente leña que encendida servía para quemar el cadáver
previamente fusilado. Otra modalidad de quema consistía en colgar de las manos
y quemar hojas secas bajo sus pies quemándoles los pies, piernas y muslos dejándolos
que murieran lentamente en medio de dolores y gritos lastimeros. Como ocurrió
con una indígena capturada en una correría organizada por Augusto Jiménez.
· Fusilamiento cuyos cadáveres se
quemaban como ya se describió o se enterraba en una fosa cavada por el mismo
con anticipación. Esto se hacía si
quedaba cerca de una estación principal. En caso contrario se dejaba en
cualquier matorral. Dicen que generalmente en las subestaciones era difícil
alimentarse debido a los olores que producían tantos cadáveres dejados al aire
libre.
· El decapitamiento pena se la aplicaban
a los que desertaban y se encontraba en la selva fuera de los campamentos.
· La muerte de niños se la aplicaba a
las madres a quienes se les acusaba de perder el tiempo por atender a su hijo y
no trabajar en la recolección del caucho. Estas muertes eran muy diversas. La
mayoría de las veces se partía el niño en varias porciones para alimentar a los
perros. Otras veces se tiraban al río o en cualquier parte para que se murieran
solos, en otras ocasiones se estrellaban sus cabezas en los estantillos de las
malocas o en los árboles de la selva haciendo saltar por los aires sus sesos.
En muchas ocasiones dejaban a los niños colgados en sus cargadores cerca de los
hormigueros para que los comieran las hormigas.
· Disparos. Esto fue lo que más muertes
produjo y consistió en los disparos que se hacía a los que se rebelaban,
contestones, a los que se fugaban o por cualquier causa por leve que fuera y
hasta por diversión.
· Cargas exageradas. Los cargadores
tenían que trasladar 50 o 60 kilos de caucho por distancias hasta de ochenta
kilómetros sin alimento alguno. Esto produjo muertos. Un muchacho de 25 cinco
kilos llegó con un fardo de 29 kilos de caucho.
· Las muertes por inanición que están
documentadas por fotografías en las que se observa personas reducidas a piel y
huesos.
· Ahorcamiento en el que se colocaba a
la persona con la cuerda en el cuello y parado en la punta de los dedos de tal
manera que al cansarse los dedos se caían y se producían los ahorcamientos.
Este sistema de trabajo, tortura
y muerte fue controlado en especial por:
· Los jefes de secciones quienes
ejercían fuerte control sobre los subalternos.
· Los empleados subalternos de las
secciones o estaciones quienes eran los encargados de ejecutar las órdenes del
superior de la sección en la administración de la muerte.
· Es importante anotar que hubo un grupo
de cerca de 200 ciudadanos británicos de la isla de Barbados quienes fueron
contratados con engaños que en el terreno fueron ocupados como capataces y verdugos y que muchos de ellos fueron muy sanguinarios
que llegaron a recibir los apodos de tigres o perros de monte.
·
Los muchachos que fueron
jóvenes de nuestros mismos pueblos a los
que se les armó y entrenó para matar y amedrentar a los indígenas de pueblos
diferentes al propio.
· Los perros. Cuentan que también hubo
perros que se usaron para encontrar a los indígenas que se escapaban y eran
alimentados con carne humana.
· Las enfermedades desconocidas por los
indígenas causaron muchas muertes por ejemplo la viruela.
· Los métodos de transporte en la
deportación también produjeron muertes. En la maloca de Santa Julia murió mucha
gente debido al contagio de la viruela.
· El pueblo Nonuya que era transportado
en una lancha-jaula se volcó a la altura de Orientes y no se salvó ninguno pues
iban enjaulados.
· En Yarokamena se incendió una maloca en
la que se refugiaron muchos líderes indígenas que se resistieron, causándoles
la muerte.
· Muchos que regresaron desde algodón,
desde remanso, buscando su territorios murieron en el camino de fiebre, picaduras
de culebra, comidos por tigres, caimanes o de hambre.
Sir Roger Casement habla de
40.000 indígenas muertos hasta la fecha de su visita a la región en 1910 y el
número resulta de la resta entre 50.000 indios que declaró la Peruvian Amazon
Company en los documentos de
constitución y los 7.000 ó máximo 10.000 indios que había a la fecha de su
visita.
Los números no los hemos
inventado los uitoto, ni bora ni okaina ni muinane. Estos números aparecen
fríos en los textos escritos por los parcos ingleses, norteamericanos o
franceses que recorrieron la región en aquellas épocas.
Nosotros hemos hablado de 70.000
y hasta de más de 100.000 muertos porque, la cifra que habla de 40.000
muertos, es de 1910 y no de la fecha en que definitivamente salió la compañía
que siguió con el mismo régimen 20 años más.
El hecho es que el primer censo
levantado en 1.934 arroja para La Chorrera el total de 162 personas incluyendo
al sacerdote, hermana y corregidor que no eran indígenas.
La Peruvian Amazon Company o más
conocida como Casa Arana en uno de los extremos tenía oficinas centrales en
Londres en las que personal vestido con gran lujo atendía a los clientes y pasando por sus oficinas de Manaus e
Iquitos en donde los caucheros mandaban a lavar sus ropas a Europa se llega al
extremo opuesto que fueron estas selvas en las que nuestros antepasados tenían
que responder con sus vidas los demenciales niveles de ganancia que esperaban
los caucheros.
Tanto los gobierno de Colombia,
Perú e Inglaterra tenía noticias de lo que estaba ocurriendo y no hicieron nada
para detener esta barbarie. La ambición
de un desarrollo mal entendido que arrasa con pueblos enteros estuvo a la raíz de
lo que aquí pasó.
Colombia había dejado esta tierra
en el olvido y el olvido también mata.
100 años después aun sentimos el
olvido. No somos una prioridad para el
país. Cuando hubo la zona de despeje,
levantaron la base militar y quedamos en manos de las FARC que amarraron
ancianos, los hicieron trabajar y bajo amenazas
nos hicieron ver que esta historia aún se puede repetir. Por esto decidimos hacer memoria, aunque esto
nos duele, queremos que el mundo sepa
todo lo que pasó y que se aprenda la lección.
Hoy según la corte constitucional de Colombia somos pueblos en riesgo de
desaparecer y ustedes ya conocen las causas.
Si desaparecemos es Colombia la que pierde, es la humanidad, la que
pierde.
PORQUE MIENTRAS HAYA EXCLUIDOS
AQUÍ O EN CUALQUIER PARTE, NO HABRÁ PAZ EN COLOMBIA NI EN NINGUNA PARTE DEL
MUNDO.
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